Marcha Imperial

Por Eduardo Jimenez (Edo?)

Tren a Awaji a las 9:30 am, no hace mucho sentido después de dormir sólo 5 horas, pero bueno, no me queda otra después de haber enviado una invitación a ir a Kyoto por Facebook (¿en que estaba pensando?).  Pero bueno, algo entretenido resultará al viajar con gente de Alemania, Hong Kong, Ucrania, India, Colombia, Filipinas y Vietnam (sólo nos falta un africano para ser una buena campaña de Benetton, ¿no?). Pero independiente de esta locura post globalizada y un poco forzada a la que nos enfrentamos cuando vamos a estudiar fuera, mi cabeza asumía que todo lo que ocurriera este día podía pasar de una locura, a una tragedia, o a cualquier otra cosa; dado que convivir con gente tan distinta, siempre trae resultados inesperados.

Yo como siempre, en mi dualidad de sociable y taciturno (con una fuerte disfuncionalidad social que me evita realmente estar en contactos muy prolongados con otros seres humanos), y como responsable de la invitación, decidí dedicarme a animar al grupo y a tratar de tener conversaciones con todo el mundo para que se conocieran y así pudiéramos romper el frio (porque no hay nada peor que viajar con gente que no habla y que tiene cara de poto); además, no andaba con audífonos, por lo que no me era posible escuchar música si todo salía mal y me culpaban por mis malas indicaciones o decisiones

Así que caminamos al tren desde nuestros cuartos y empezamos a conversar, yo no conocía a todos muy bien y ellos tampoco entre sí, por lo que fue interesante ir escuchando las conversaciones, las expectativas del viaje, las ideas de vida, entre otras muchas cosas. Al subir al tren, lamentablemente no conseguimos asientos y de hecho, no conseguiríamos asientos a la vuelta tampoco, a pesar de que aun sin saberlo, termináramos caminando más de 10 horas en la ciudad.

Después de 45 minutos de viaje llegamos a Kawaramachi (última estación en el corazón de Kyoto). Por error, tomamos la salida larga y nos demoramos mucho en ir al punto que necesitábamos (tienda de boletos de buses, para poder viajar por la ciudad). En el camino, mis amigos decidieron que era mejor ir caminando a todos los lugares y no tomar el bus.  Es por eso que decidimos tomar la peatonal Shinkyogaku, la cual está llena de tiendas y gente. Para mi era un paisaje familiar, no sólo porque estuviera en el lugar hace 2 días, sino por que me recuerda cuando hace 6 o 7 años estuve viviendo a 30 minutos de donde vivo ahora, en la misma prefectura de Osaka y donde frecuentemente viajaba a Kawaramachi para pasear o hacer compras.

En esta mezcla de excitación por la nostalgia y hastío por lo conocido y común del lugar, caminé junto a 7 personas por estas galerías de compra, donde lo kitsch y lo japonés se unen en una sincronía tan fuerte, que es imposible separar la cultura japonesa actual de la extraña interpretación asiática de Occidente. Mis amigos comentaban las tiendas, veían los precios, sacaban fotos y se veían como turistas, que es al final lo que somos, extranjeros en Japón, espectadores tratando de entender sus tradiciones y culturas.

A pesar de nuestro lento ritmo, las fotos y las paradas súbitas para ver tiendas y edificios, o simplemente por alguien que no nos dimos cuenta que se atrasó o perdió, logramos llegar a tiempo al palacio imperial.

El parque todavía estaba muy verde para estar en pleno otoño. De hecho, parece que el otoño fue olvidado, entre muchas otras cosas tradicionales en Japón. Pero dentro de los iconos que se mantienen, es todavía tradicional y un evento para los japoneses el poder visitar sus Palacios, castillos y parques. Al acercarnos al palacio, podíamos ver las multitudes ingresando al templo. Muchos hombres vestían ternos y muchas mujeres sus kimonos tradicionales. Los jóvenes, como siempre a la moda, vestían sus ropas «occidentales», pero que parecen una versión actualizada de un monje budista. Nosotros, los extranjeros, vestíamos como tales, particularmente Vrushali (India), con su modernizada ropa India, quien llevaba con muy buen gusto su traje.

Poco a poco, logramos entrar, moviéndonos al ritmo de la marcha de las masas y peleando para poder lograr una foto. Personalmente no me gustan las fotos típicas, donde todo el mundo se reúne para fingir una sonrisa, y con un fondo de postal, que busquen mostrar que han estado en uno de los puntos culturales más importantes del mundo. Siempre es mejor esperar al momento para sacar una foto sin darles tiempo para que muestren los dientes. En este ataque de fotos, logré retratar a mis amigos alegres, cansados e incluso aburridos en algunos momentos. Pero debo ser honesto, de todas maneras me gusta sacar fotos donde estamos todos juntos riendo (por muy preparado que parezca).

Al pasar por los patios, Patrick (Hong Kong), me contaba y explicaba muchas de las tradiciones y rigideces sociales de antaño. Es increíble pensar que el color de las telas usadas para separa los tatamis representaran el estatus social de los invitados. Pero a quien le importa eso hoy, donde nuestra corrupta visión capitalista tergiversa poco a poco estos sagrados lugares que se mantienen como caricaturas de un pasado glorioso. De todas maneras, es siempre grato intentar entender un poco de las tradiciones japonesas.

Al salir, volvimos a entrar para ver un baile tradicional dentro del palacio. Con lo cual, y mientras éramos aplastados por cientos de japoneses, logramos sacar fotos del momento y luego arrancar antes de morir de hambre.

 

7 Respuestas a “Marcha Imperial

  1. Igual me lo imaginé en formato animé

  2. Edu: Eres muy hábil con tu narrativa ya decái que Chile se ha caracterizado por letras como Mistral y Neruda. Siento que estabas un tanto riste cuando lo esribiste, o talvez es tu estilo, ya veré en otros manuscritos. Los toque sarcasticos estan en su punto, sin herir suseptibilidades. Lo unico que no entendi fue «poto» que tuve que buscar en un diccionario de chilenismos, que tal si intentas una version un tanto mas internacional como «puño». La proxime vez me uno a tu tour.
    Gracias por compartir. Leo

  3. Edu: Eres muy hábil con tu narrativa ya decía que Chile se ha caracterizado por letras como Mistral y Neruda. Siento que estabas un tanto riste cuando lo escribiste, o talvez es tu estilo, ya veré en otros manuscritos. Los toque sarcasticos estan en su punto, sin herir suseptibilidades. Lo unico que no entendi fue «poto» que tuve que buscar en un diccionario de chilenismos, que tal si intentas una version un tanto mas internacional como «puño». La proxime vez me uno a tu tour.
    Gracias por compartir. Leo

  4. Edo, aunque hace tiempo que no nos vemos, siempre leo tus notas. Gracias por contar por acá lo bien que te está yendo allá.
    Si sigues subiendo notas, ya sabes que aquí tienes un anónimo lector.
    Saludos!

    • jajajaja, WENAA!!! mil siglos, como va el mundo por allá. Que bueno que leas mis posts, no sabia que los leyeran, pero bueno, es bkn que los consideren entrete.

      Cuidate y no dejes que Chile se vaya a la quiebra :p

      • jajajaja! hasta aquí va todo bien.. ahora, no está en mis manos que Chile se vaya a la quiebra o no. Eso sí, espero que las finanzas del país estén mejor que mis finanzas personales xD

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